El Silbo Gomero ha trascendido más allá de los barrancos y laderas de su isla de origen, para viajar por el mundo y convertirse en Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Una de las claves para conseguir este hito fue introducir el silbo en las aulas de los colegios gomeros.
¿Sabías que una de las claves para declarar el Silbo Gomero patrimonio inmaterial de la humanidad fue su obligatoriedad en las aulas gomeras?
La iniciativa surge de la mano del maestro de silbo Isidro Ortiz Mendoza. Tras regresar de la emigración a Venezuela se encuentra con una isla en la que se había disminuido el sonido de los tambores y chácaras en el folclore y, por otro lado, del silbo en las vegas, tierras de plantío y el monte.
Don Isidro de manera altruista se dedicó a relanzar el folclore y enseñar el silbo a los niños del colegio unitario de Chipude. Durante la media hora que duraban los recreos, el maestro atendía a aquellos niños que, de forma voluntaria, decidían dedicar su recreo a aprender a silbar.
Los buenos resultados hacen que el AMPA de Valle Gran Rey incorpore esta iniciativa en su centro escolar y, a su vez, que la dirección insular de AMPAS demande su ampliación al resto de centros de la isla.
Además de Isidro Ortiz, se incorporan a la enseñanza Teodoro Mesa y Juan Melián. Más adelante Teodoro y Juan dejan los centros escolares y se incorpora el maestro Lino Rodríguez.
Mientras se desarrollan estas actividades en los centros escolares, se establece una supervisión de los resultados, las actividades que se van desarrollando y las iniciativas que los maestros silbadores ajenos al mundo escolar iban creando. Cabe destacar la creación y el uso en las aulas del SILFABETO, un método de lectoescritura del Silbo Gomero ideado por Isidro Ortiz.
Regulación oficial del Silbo Gomero en las aulas
Finalmente se buscó una regulación oficial que velara por mantener y promover esta iniciativa en los centros escolares de la isla.
Para ello, en el año 1997 se presenta en el Parlamento de Canarias una proposición no de ley por la que se insta al Gobierno a introducir la enseñanza del Silbo Gomero de forma obligatoria desde la enseñanza primaria hasta el segundo curso de la ESO, quedando como optativa para el segundo ciclo de la ESO. El Parlamento de Canarias lo aprueba por unanimidad y en el año 1999 se establece la orden de 5 de julio de 1999 que regula la enseñanza del silbo en la isla de La Gomera.
Además de la introducción del silbo en las aulas, se establece también una formación continuada del profesorado mediante seminarios, jornadas, cursos de formación y conferencias para poder llevar en condiciones este patrimonio a las nuevas generaciones. Por otro lado, se crea material de apoyo como el libro “El silbo gomero materiales didácticos” que sirve como guía para trabajar en las aulas tanto para maestros como para el alumnado.
En todo momento se ha contando con la figura de un coordinador insular de silbo que supervise todo el plan, comenzando con Ramón Correa en los inicios del proyecto, posteriormente asume la coordinación Eugenio Darias y por último Francisco Correa.
Llega un momento en el que los maestros silbadores Isidro Ortiz y Lino Rodríguez, que hasta ahora habían asumido la docencia en toda la isla, dejan las aulas produciéndose un relevo generacional en el que se incorporan Silvia Martín, Ana Luz Arteaga y Juan Manuel Chinea como nuevos maestros silbadores en las escuelas gomeras.
En 2018 se publica una nueva orden que regula la enseñanza del silbo donde se amplía a 3 y 4 de la ESO de forma obligatoria. Además, se amplía el ámbito de actuación, pudiéndose solicitar las clases de Silbo Gomero en cualquier otra isla.
El Silbo Gomero además de enseñarse en el entorno familiar y por la simple necesidad de comunicarse con el entorno más cercano, entra en las aulas de los colegios de la isla. Se producen relevos en la enseñanza del silbo, pasando de aquellos maestros promotores de este proyecto a las nuevas generaciones surgidas de esta enseñanza que hoy toman el testigo. Pero lo importante de esta iniciativa son los miles de niños y jóvenes, que gracias a la introducción del silbo en las aulas, han conocido y aprendido una de las muestras patrimoniales más importantes de la isla.